miércoles, 28 de mayo de 2014

EMOCIONES,PENSAMIENTOS Y SENTIMIENTOS


 Para empezar hagámonos una sencilla pregunta: ¿sabemos que son las emociones, los sentimientos y cuál es su diferencia?Pues aunque parezca sencillo muy pocos saben la respuesta. Las emociones son respuestas primitivas que compartimos con el resto de mamíferos y que se configuran como un conjunto complejo de respuestas químicas y neuronales que forman un patrón distintivo, son intensas y tienen una duración reducida perdurando desde segundos a unos cuantos minutos. Por su parte, los sentimientos son la evaluación consciente que hacemos de la percepción de nuestro estado corporal durante una respuesta emocional, es decir que los sentimientos son la suma de emociones con pensamientos.


Sabiendo esto es lógico concluir que ante una enfermedad crónica se despliega todo un abanico de emociones que hace que se generen pensamientos y en consecuencia sentimientos que en gran medida determinan la forma de vivir y actuar. Es común que la ERC genere muchas emociones llamadas negativas como son rabia, tristeza y miedo, pero usualmente tratamos de evitar esos sentimientos e incluso en ocasiones además de sentirnos tristes o enojados nos sentimos mal por sentirnos así y pasamos horas, días o incluso semanas tratando de eliminar esas emociones de nuestra vida pensando que podremos vivir mejor cuando ellas no estén sin comprender que son tan naturales como el resto de ellas y que forman parte de la experiencia humana normal.



Así, muchos pacientes llegan a consulta manifestando que están tristes desde que conocen su diagnóstico, que viven envueltos en una serie de pensamientos negativos y que una vez dejen de estar tristes, de tener miedo y de pensar así podrán vivir bien, pero ¿es esto realmente cierto?... la verdad es que no, lo importante acá no es eliminar emociones y sentimientos propios de la condición humana sino evitar que ellos controlen nuestra vida; es decir, el objetivo sería no actuar en consonancia con ellos sino más bien de acuerdo con lo que verdaderamente queremos para nuestra vida a pesar de cómo nos sintamos. Por ejemplo, si siempre has querido viajar pero por estar triste y con miedo lo aplazas cada vez más, no es lógico preguntarse qué pasaría si aun con la tristeza y el miedo decides cumplir tu sueño.




Por ello, lo primero que debemos hacer para poder manejar efectivamente nuestras emociones y sentimientos y evitar que ellos determinen nuestro comportamiento, incluso alejándonos de lo que queremos en la vida, es aceptarlas.
Te dejamos a continuación una metáfora usada en la Terapia de Aceptación y compromiso para que comprendas como funciona esto y analices como se presenta en tu vida diaria:
Imagínese que usted es el conductor de un autobús con muchos pasajeros. Los pasajeros son pensamientos, sentimientos, recuerdos y todas esas cosas que uno tiene en su vida. Es un autobús con una única puerta de entrada, y sólo de entrada. Algunos de los pasajeros son muy desagradables y con una apariencia peligrosa.
Mientras usted conduce el autobús algunos pasajeros comienzan a amenazarle diciéndole lo que tiene que hacer, dónde tiene que ir, ahora gire a la derecha, ahora vaya más rápido, etc., incluso le insultan y desaniman, eres un mal conductor, un fracasado, nadie te quiere… Usted se siente muy mal y hace casi todo lo que le piden para que se callen, se vayan al fondo del autobús durante un rato y así le dejen conducir tranquilo.
Pero algunos días se cansa de sus amenazas, y quiere echarlos del autobús, pero no puede y discute y se enfrenta con ellos. Sin darse cuenta, la primera cosa que ha hecho es parar, ha dejado de conducir y ahora no está yendo a ninguna parte. Y además los pasajeros son muy fuertes, resisten y usted no puede bajarlos del autobús. Así que resignado vuelve a su asiento y conduce por donde ellos mandan para aplacarlos.
De esta forma, para que no le molesten y no sentirse mal usted empieza a hacer todo lo que le dicen y a dirigir el autobús por dónde le dicen para no tener que discutir con ellos ni verlos. Usted hace lo que le ordenan y cada vez lo hace antes, pensando en sacarlos de su vida. Muy pronto, casi sin darse cuenta, ellos ni siquiera tendrán que decirle “gire a la izquierda”, sino que usted girará a la izquierda para evitar que los pasajeros se echen sobre usted y le amenacen.
Así, sin tardar mucho, empezará a justificar sus decisiones de modo que casi cree que ellos no están ya en el autobús y convenciéndose de que está llevando el autobús por la única dirección posible. El poder de estos pasajeros se basa en amenazas del tipo “si no haces lo que te decimos, apareceremos y haremos que nos mires, y te sentirás mal”. Pero eso es todo lo que pueden hacer. Es verdad que cuando aparecen estos pasajeros, pensamientos y sentimientos muy negativos, parece que pueden hacer mucho daño, y por eso usted acepta el trato y hace lo que le dicen para que le dejen tranquilo y se vayan al final del autobús donde no les pueda ver.



¡Intentando mantener el control de los pasajeros, en realidad ha perdido la dirección del autobús! Ellos no giran el volante, ni manejan el acelerador ni el freno, ni deciden dónde parar. EL CONDUCTOR ES USTED.