EMOCIONES,PENSAMIENTOS Y SENTIMIENTOS
Sabiendo esto es lógico concluir
que ante una enfermedad crónica se despliega todo un abanico de emociones que
hace que se generen pensamientos y en consecuencia sentimientos que en gran
medida determinan la forma de vivir y actuar. Es común que la ERC genere muchas
emociones llamadas negativas como son rabia, tristeza y miedo, pero usualmente
tratamos de evitar esos sentimientos e incluso en ocasiones además de sentirnos
tristes o enojados nos sentimos mal por sentirnos así y pasamos horas, días o
incluso semanas tratando de eliminar esas emociones de nuestra vida pensando
que podremos vivir mejor cuando ellas no estén sin comprender que son tan
naturales como el resto de ellas y que forman parte de la experiencia humana
normal.
Así, muchos pacientes llegan a
consulta manifestando que están tristes desde que conocen su diagnóstico, que
viven envueltos en una serie de pensamientos negativos y que una vez dejen de
estar tristes, de tener miedo y de pensar así podrán vivir bien, pero ¿es esto
realmente cierto?... la verdad es que no, lo importante acá no es eliminar
emociones y sentimientos propios de la condición humana sino evitar que ellos
controlen nuestra vida; es decir, el objetivo sería no actuar en consonancia
con ellos sino más bien de acuerdo con lo que verdaderamente queremos para
nuestra vida a pesar de cómo nos sintamos. Por ejemplo, si siempre has querido
viajar pero por estar triste y con miedo lo aplazas cada vez más, no es lógico
preguntarse qué pasaría si aun con la tristeza y el miedo decides cumplir tu
sueño.
Por ello, lo primero que debemos
hacer para poder manejar efectivamente nuestras emociones y sentimientos y
evitar que ellos determinen nuestro comportamiento, incluso alejándonos de lo
que queremos en la vida, es aceptarlas.
Te dejamos a continuación una metáfora usada
en la Terapia de Aceptación y compromiso para que comprendas como funciona esto
y analices como se presenta en tu vida diaria:
Imagínese que usted es el conductor de un autobús con
muchos pasajeros. Los pasajeros son pensamientos, sentimientos, recuerdos y
todas esas cosas que uno tiene en su vida. Es un autobús con una única puerta
de entrada, y sólo de entrada. Algunos de los pasajeros son muy desagradables y
con una apariencia peligrosa.
Mientras
usted conduce el autobús algunos pasajeros comienzan a amenazarle diciéndole lo
que tiene que hacer, dónde tiene que ir, ahora gire a la derecha, ahora vaya
más rápido, etc., incluso le insultan y desaniman, eres un mal conductor, un
fracasado, nadie te quiere… Usted se siente muy mal y hace casi todo lo que le
piden para que se callen, se vayan al fondo del autobús durante un rato y así
le dejen conducir tranquilo.
Pero algunos
días se cansa de sus amenazas, y quiere echarlos del autobús, pero no puede y
discute y se enfrenta con ellos. Sin darse cuenta, la primera cosa que ha hecho
es parar, ha dejado de conducir y ahora no está yendo a ninguna parte. Y además
los pasajeros son muy fuertes, resisten y usted no puede bajarlos del autobús.
Así que resignado vuelve a su asiento y conduce por donde ellos mandan para
aplacarlos.
De esta
forma, para que no le molesten y no sentirse mal usted empieza a hacer todo lo
que le dicen y a dirigir el autobús por dónde le dicen para no tener que
discutir con ellos ni verlos. Usted hace lo que le ordenan y cada vez lo hace
antes, pensando en sacarlos de su vida. Muy pronto, casi sin darse cuenta,
ellos ni siquiera tendrán que decirle “gire a la izquierda”, sino que usted
girará a la izquierda para evitar que los pasajeros se echen sobre usted y le
amenacen.
Así, sin
tardar mucho, empezará a justificar sus decisiones de modo que casi cree que
ellos no están ya en el autobús y convenciéndose de que está llevando el
autobús por la única dirección posible. El poder de estos pasajeros se basa en
amenazas del tipo “si no haces lo que te decimos, apareceremos y haremos que
nos mires, y te sentirás mal”. Pero eso es todo lo que pueden hacer. Es verdad
que cuando aparecen estos pasajeros, pensamientos y sentimientos muy negativos,
parece que pueden hacer mucho daño, y por eso usted acepta el trato y hace lo
que le dicen para que le dejen tranquilo y se vayan al final del autobús donde
no les pueda ver.
¡Intentando mantener el control de los pasajeros,
en realidad ha perdido la dirección del autobús! Ellos no giran el volante, ni
manejan el acelerador ni el freno, ni deciden dónde parar. EL CONDUCTOR ES USTED.