LA INSUFICIENCIA RENAL CRÓNICA
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La insuficiencia renal crónica (ERC) implica cambios en
todas las áreas de ajuste debido a que es una enfermedad que genera una gran
cantidad de situaciones estresantes tanto en el paciente como en su familia y
puede ocasionar trastornos de tipo físico y psicológico (García-Llana et al.,
2010).
El paciente con ERC se enfrenta a la pérdida de salud que
es percibida como una amenaza, lo que se manifiesta en altos niveles de impacto
emocional que pueden interferir con el funcionamiento habitual (García-Llana et
al., 2010). Adicionalmente, como todas las enfermedades crónicas, la ERC tiene
una evolución incierta y requiere un estricto tratamiento médico por lo que los
pacientes y sus familiares se enfrentan con la necesidad de múltiples cambios
en sus estilos de vida (Reyes-Saborit, 2005).
El paciente con ERC está expuesto a una gran cantidad de
estresores que incluyen los síntomas producidos por la enfermedad, el
tratamiento y sus efectos, el cambio de la dinámica familiar, restricciones
nutricionales, reorganización del tiempo, limitaciones funcionales, cambios de
rol, cambios en el empleo, cambios de la función sexual y relación con el
personal de salud, lo que genera un gran impacto en todas las áreas de ajuste
del sujeto (Cukor, Cohen, Peterson y Kimmel, 2007).
El proceso de adaptación a esos cambios depende de
diversos factores como la personalidad, el nivel de apoyo social, el
funcionamiento psicológico, factores culturales y los recursos disponibles; por
ello, el paciente con ERC y su familia requieren de un manejo biopsicosocial
para garantizar un buen ajuste y adaptación a la nueva condición pues si bien
muchos pasan por un proceso normal de duelo y se ajustan a su condición otros
no lo hacen (Cukor et al., 2007).
Las alteraciones psicológicas son frecuentes en los
pacientes con enfermedades renales y pueden derivar en tasas de hospitalización
1,5-3,0 veces más altas que en otras enfermedades crónicas, lo que da como
resultado una significativa morbilidad (García-Llana et al., 2010).
La depresión es el problema psicológico más frecuente en
la población con enfermedad renal en estadios avanzados; se calcula que
aproximadamente el 40% de los pacientes en diálisis son diagnosticados con
depresión y que las cifras son mayores en pacientes en situación terminal. La
depresión posiblemente afecta a los resultados médicos en pacientes con ERC a
través de la modificación de las respuestas inmunológicas y de estrés y la
reducción del cumplimiento con la diálisis y los regímenes médicos y
nutricionales por lo que se la ha relacionado con una mayor morbi-mortalidad (Cukor
et al., 2007; García-Llana et al., 2010; Goody, Monserrate y Bodetti, 2008).
Los trastornos de ansiedad en esta población han sido
infravalorados al asociarse a los cuadros depresivos y hay pocas
investigaciones al respecto; sin embargo, algunos estudios indican que entre el
25% y el 45% de los pacientes con ERC podrían tener trastornos relacionados
(Cukor et al., 2007; García-Llana et al., 2010; Goody, Monserrate y Bodetti,
2008).
Otras alteraciones en estos pacientes incluyen trastornos
de sueño y deterioro cognoscitivo y neuropsicologico (Goody, Monserrate y
Bodetti, 2008).
Pero además de los trastornos psicológicos hay aspectos
que deben manejarse de manera interdisciplinaria como el tema de la adherencia
al tratamiento que continúa siendo uno de los grandes problemas en pacientes
por ERC. Respecto al cumplimiento con lo prescrito por el personal de salud en
la enfermedad renal es importante tener en cuenta 4 aspectos que son la
adherencia a los procedimientos dialíticos, a los medicamentos, a la
restricción de líquidos y a la dieta ya que estos forman parte del manejo de la
enfermedad y la falta de adherencia a estos cuatro comportamientos o a alguno
de ellos puede tener consecuencias desastrosos en términos de la calidad de
vida, el aumento de la morbilidad, los costos sanitarios y la mortalidad (Kim,
Evangelista, Phillips, Pavlish y Kopple, 2010).
El trabajo del psicólogo en
pacientes con ERC está centrado en la satisfacción de sus necesidades y en la
promoción de sus recursos. En esta medida, el psicólogo de la salud debe
favorecer respuestas adaptativas para la mejora del cumplimiento de las
prescripciones médicas, contribuir a la mejoría en el manejo de los síntomas,
asesorar a la familia, optimizar la comunicación con los profesionales y ayudar
a mejorar la calidad de vida. Así, “ante el abordaje del paciente con una enfermedad
renal se impone una visión integral de su situación de enfermedad que contemple
al unísono tanto los aspectos biológicos como los psicológicos, sociales y
espirituales derivados de su condición” (García-Llana et al., 2010) por lo que
el trabajo del psicólogo no es independiente del de los otros profesionales
involucrados.
Referencias
Cukor,
D., Cohen, S.D., Peterson, R.A. y Kimmel, P.L. (2007). Psychosocial Aspects of Chronic Disease: ESRD as a
Paradigmatic Illness. Journal of the
American Society of Nephrology, 18, 3042-3055.
García-Llana,
H., Barbero, J., Olea, T., Jiménez, C., del Peso, G., Miguel, J.L., Sánchez,
R., Celadilla, O., Trocoli, F., Argüello, M.T. y Selgas, R. (2010).
Incorporación de un psicólogo en un servicio de nefrología: criterios y
proceso. Nefrología, 30(3), 297-303.
Goody,
A., Monserrate, N. y Bodetti, A. (2008). End-Stage Renal disease. En: Bover,
B.A. yPaharia, I. (eds). (2008). Comprehensive Handbook of clinical health
psychology. Wiley:
UnitedStates.
Reyes-Saborit,
A. (2005). Atención psicológica a pacientes renales crónicos. Revista Santiago (Universidad de
Oriente-Cuba), 108, 105-116.